Post by Boricuas Online on May 18, 2005 20:12:43 GMT -5
Mejor amigos que amantes
Frases como "tenemos mucha confianza" o "hay cariño de verdad" se repiten en las historias de estas jóvenes, porque para ellas la persona con quien tienen sexo no es un desconocido, es de verdad un amigo con quien existe un vínculo cotidiano. Según Renata Ortega, esto ocurre porque las mujeres todavía están en etapa de transición, en donde el "amigo erótico" brinda un contexto con algo de significado amoroso en la base. "Parece ser que aún necesitamos de cierto piso afectivo para darnos al goce. Este amigo, entonces, representa menos amenaza que el amante o el sujeto con el cual se tiene sexo ocasional".
Pero, ¿hasta qué punto es sana una situación así?
Ximena Azócar cree que en esto de la sexualidad no hay reglas para decir qué es lo correcto y qué no. Que más bien se trata de opciones personales. De todos modos, sostiene que para ella lo óptimo es tener una relación en la que "el sexo se una a lo amoroso, y no se viva como algo disociado de los aspectos de cuidado y cariño".
Un vínculo de este tipo también tiene costos emocionales, asegura la sicóloga. "No importa lo liberal que parezca o que la mujer diga que no se enrolla; siempre surgen expectativas amorosas. A lo mejor esa joven no quiere casarse ni pololear con el tipo, pero sí quiere que la encuentre regia, que la prefiera y que se preocupe de ella. En el fondo, espera un cierto grado de lealtad". Y esos factores pueden transformar esta amistad en algo dañino.
"Cada vez que nos vinculamos hay una cosa emocional, y es casi imposible que se trate de algo tan libre, simplemente porque las mujeres no somos tan prácticas. Por eso advierto que una relación así puede dejar con una gran sensación de vacío. No importa lo que una pretenda, una se vincula y más tarde o más temprano aparecen los afectos. Entonces viene la inseguridad, la baja en la autoestima, el sentirse culpable por lo que se hace", aclara Ximena.
Renata Ortega coincide. Dice que hay que estar consciente del juego que se está jugando, y que las expectativas deben ser concordantes con la realidad vivida. "Hay que saber que el otro es conocido y, por lo tanto, se compartirán algunos espacios afectivos. Tener expectativas claras significa saber que cada uno tiene su vida, sus proyectos, sus búsquedas y que aquí, a diferencia de cuando se está en pareja, no hay un nosotros. El peligro surge cuando se confunde el escenario cotidiano, que da la amistad, con un nosotros de pareja que no existe".
Magdalena asegura que nunca ha tenido problemas con Benjamín. "Desde un principio supe que no había nada más que atracción. Lo establecimos así, y acostarnos no cambió las cosas. Había onda, es verdad, pero no quería algo más ni entonces ni ahora. Cuando una decide que las cosas serán de ese modo, no hay ningún rollo posterior. Las mujeres que asumen esta clase de relaciones saben bien cómo son las cosas. Si decido que sólo sea mi amigo con ventajas, es porque no me veo coqueteando con él. Lo que no quiere decir que después de acostarte te vas como si no lo conocieras. Yo, por lo menos, casi siempre me quedaba en su casa, y me iba en la mañana. Relajada, cero cargo de conciencia, a lo más con risa".
En el caso de Carola, ni siquiera tuvo que hablar explícitamente del tema. "Nunca necesité poner límites ni decirle que no éramos pareja, porque no lo éramos. Teníamos demasiado claro que no íbamos a estar juntos, que queríamos llevar vidas distintas, y que el cuento entre nosotros era sólo pasarlo bien".
Pero no todas corren la misma suerte, y Laura (25, fotógrafa) lo sabe. Su historia con Nicolás (26, diseñador) comenzó a los 15 años. "Éramos compañeros, amigos de carrete, y un día en una fiesta nos dimos un beso".
Pasaron cinco años, Laura pololeó con otras personas, pero Nicolás siempre estaba cuando ella quería. "La primera vez que nos acostamos no fue de puro fresca. De hecho, cuando pasaba yo siempre decía que era la última vez porque no quería sentirme utilizada. Así, durante muchos años fuimos amigos, amantes, de todo, pero nunca pareja. Y eso se fue haciendo cada vez más difícil porque una va sintiendo cosas, y no puedes hacer nada. Si él no me llamaba no podía alegar. Cuando una empieza a echar de menos, a necesitar a esa persona, la cosa se pone heavy, pero igual no me arrepiento".TEXT
Frases como "tenemos mucha confianza" o "hay cariño de verdad" se repiten en las historias de estas jóvenes, porque para ellas la persona con quien tienen sexo no es un desconocido, es de verdad un amigo con quien existe un vínculo cotidiano. Según Renata Ortega, esto ocurre porque las mujeres todavía están en etapa de transición, en donde el "amigo erótico" brinda un contexto con algo de significado amoroso en la base. "Parece ser que aún necesitamos de cierto piso afectivo para darnos al goce. Este amigo, entonces, representa menos amenaza que el amante o el sujeto con el cual se tiene sexo ocasional".
Pero, ¿hasta qué punto es sana una situación así?
Ximena Azócar cree que en esto de la sexualidad no hay reglas para decir qué es lo correcto y qué no. Que más bien se trata de opciones personales. De todos modos, sostiene que para ella lo óptimo es tener una relación en la que "el sexo se una a lo amoroso, y no se viva como algo disociado de los aspectos de cuidado y cariño".
Un vínculo de este tipo también tiene costos emocionales, asegura la sicóloga. "No importa lo liberal que parezca o que la mujer diga que no se enrolla; siempre surgen expectativas amorosas. A lo mejor esa joven no quiere casarse ni pololear con el tipo, pero sí quiere que la encuentre regia, que la prefiera y que se preocupe de ella. En el fondo, espera un cierto grado de lealtad". Y esos factores pueden transformar esta amistad en algo dañino.
"Cada vez que nos vinculamos hay una cosa emocional, y es casi imposible que se trate de algo tan libre, simplemente porque las mujeres no somos tan prácticas. Por eso advierto que una relación así puede dejar con una gran sensación de vacío. No importa lo que una pretenda, una se vincula y más tarde o más temprano aparecen los afectos. Entonces viene la inseguridad, la baja en la autoestima, el sentirse culpable por lo que se hace", aclara Ximena.
Renata Ortega coincide. Dice que hay que estar consciente del juego que se está jugando, y que las expectativas deben ser concordantes con la realidad vivida. "Hay que saber que el otro es conocido y, por lo tanto, se compartirán algunos espacios afectivos. Tener expectativas claras significa saber que cada uno tiene su vida, sus proyectos, sus búsquedas y que aquí, a diferencia de cuando se está en pareja, no hay un nosotros. El peligro surge cuando se confunde el escenario cotidiano, que da la amistad, con un nosotros de pareja que no existe".
Magdalena asegura que nunca ha tenido problemas con Benjamín. "Desde un principio supe que no había nada más que atracción. Lo establecimos así, y acostarnos no cambió las cosas. Había onda, es verdad, pero no quería algo más ni entonces ni ahora. Cuando una decide que las cosas serán de ese modo, no hay ningún rollo posterior. Las mujeres que asumen esta clase de relaciones saben bien cómo son las cosas. Si decido que sólo sea mi amigo con ventajas, es porque no me veo coqueteando con él. Lo que no quiere decir que después de acostarte te vas como si no lo conocieras. Yo, por lo menos, casi siempre me quedaba en su casa, y me iba en la mañana. Relajada, cero cargo de conciencia, a lo más con risa".
En el caso de Carola, ni siquiera tuvo que hablar explícitamente del tema. "Nunca necesité poner límites ni decirle que no éramos pareja, porque no lo éramos. Teníamos demasiado claro que no íbamos a estar juntos, que queríamos llevar vidas distintas, y que el cuento entre nosotros era sólo pasarlo bien".
Pero no todas corren la misma suerte, y Laura (25, fotógrafa) lo sabe. Su historia con Nicolás (26, diseñador) comenzó a los 15 años. "Éramos compañeros, amigos de carrete, y un día en una fiesta nos dimos un beso".
Pasaron cinco años, Laura pololeó con otras personas, pero Nicolás siempre estaba cuando ella quería. "La primera vez que nos acostamos no fue de puro fresca. De hecho, cuando pasaba yo siempre decía que era la última vez porque no quería sentirme utilizada. Así, durante muchos años fuimos amigos, amantes, de todo, pero nunca pareja. Y eso se fue haciendo cada vez más difícil porque una va sintiendo cosas, y no puedes hacer nada. Si él no me llamaba no podía alegar. Cuando una empieza a echar de menos, a necesitar a esa persona, la cosa se pone heavy, pero igual no me arrepiento".TEXT