Post by KeilaMarie on Jun 13, 2005 8:13:03 GMT -5
Alicia Mateu de Arizu lleva el vino en la sangre, de eso no cabe duda. Y lo lleva porque es hija y nieta de viticultores argentinos. Para completar la estirpe, cuando contrajo matrimonio lo hizo con Alberto Arizu, quien es un conocido enólogo. Así se fue cuajando una historia de amores, familia y, por supuesto, vinos en Luján de Cuyo, en Mendoza, provincia que hoy por hoy se reconoce en el mundo entero por la calidad de los vinos que produce.
Alicia comenta que el proyecto de tener su propia bodega fue algo que se dio de manera natural. Su marido está en el proyecto de Luigi Bosca y la vida le conjugó todos los elementos necesarios para establecer en 1996 el proyecto de Viña Alicia. Había amigos y conocidos que influyeron en que se materializara de lo que hoy día es Viña Alicia. Todo fluyó bien como el agua que corre en las acequias mendocinas. Tuvo la suerte de recibir una finca como legado de familia en la zona de Las Compuertas. Allí es que cultiva la Malbec que no es una Malbec cualquiera pues en 15 hectáreas hay viñas de más de 90 años. También cultivan Merlot en esa localidad.
Junto a Alberto adquirió un segundo viñedo, en Lunlunta, también dentro de Luján de Cuyo. Es en esta zona, en la Finca San Alberto, donde cultivan otras variedades como Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Nebbiolo, Syrah y Petit Verdot. En ambas fincas se respira respeto por la tierra y el entorno. Todas las prácticas, asegura Alicia, son orgánicas. En esta propiedad está localizada la bodega, y trabaja con ella el menor de sus tres hijos, Rodrigo. "Los dos mayores, Alberto y Gustavo, trabajan con su padre", comenta esta madre, abuela y señora del vino argentino. Para que conste apuntó que tiene seis preciosos nietos con un brillo inigualable en los ojos. Es casa tiene sus amores y en la bodega, su creación.
"Tengo dos cosas únicas en cuanto a vino se refiere. Una es el brote negro y la segunda, el Cuarzo", comenta para de paso aclarar lo que es el brote negro, "cepas (de Malbec) que crecían distintas, y lo del brote, es que echaban un renuevo muy oscuro. Con estas Malbec se hizo buena vinificación. El Cuarzo, es un blend que lleva 96% de Petit Verdot, 2% de Carignan y 2% de Grenache. Así, con todos los nombres en francés, para no perder el origen de éstas.
La línea de vinos Viña Alicia, además del Malbec tiene un Cabernet Sauvignon, un Nebbiolo y un Syrah sendos al 100%.
Algo que le distingue es que toman la precaución de escoger buenos clones para desarrollar sus vinos. Con esto hay investigación en campo y luego en copa.
Sobre el futuro comenta que quiere mantenerse en lo que hace, con la calidad de lo que hace. Piensa que puede mantenerse en una producción entre las 25 y 30 mil botellas de vino. Sabe que es mucho trabajo, vigilancia y ciencia lo que se requiere para lograrlo. Pero puede, tiene a sus hombres para apoyarla.
Esa seguridad en la vida le permite hablar con soltura sobre lo que más le gusta, el vino, la familia, el mejoramiento de la calidad de vida. De hecho, comentamos en la entrevista para nuestros lectores que en Argentina el mundo del vino está dirigido mayoritariamente por hombres. Percibí en una visita a ese país la dificultad en la que se encuentran muchas mujeres, dentro y fuera de la industria. Alicia, definitivamente, no es así, trabaja y lucha por lo que ama. Reconoce que el papel de la mujer es difícil y que hay un mundo que recorrer para alcanzar mayor respeto. "En Argentina no hay muchísimas mujeres en el mundo del vino, hay enólogas y hay una enóloga dueña de bodega", agregó. Estando en la posición que ocupa como empresaria del vino, saca tiempo para hacer otras cosas. "Siempre estudio algo, y aún cuando sé ingles me mantengo tomando cursos para perfeccionarlo. Saco mi tiempo para hacer gimnasia y una vez por semana juego cartas con mis amigas. Tenemos en esas sesiones terapias de grupo", agrega.
Tiene un proyecto filantrópico especial. "Hay que ayudar al semejante y en el campo nuestro se puede ayudar mucho. Por eso trabajamos en el área de la salud infantil y la nutrición con el proyecto CONIN, que es un programa del doctor Albino", dice con entusiasmo.
Esta es su primera visita a Puerto Rico y asegura que no será la última. Allí en La Enoteca de Ballester, la mujer transformó el salón de catas, en un recorrido por Mendoza, con sus canales de riego, los Andes majestuosos de fondo, y las viñas. La música autóctona no permitió palabras para interrumpir lo que los ojos percibían...
Alicia comenta que el proyecto de tener su propia bodega fue algo que se dio de manera natural. Su marido está en el proyecto de Luigi Bosca y la vida le conjugó todos los elementos necesarios para establecer en 1996 el proyecto de Viña Alicia. Había amigos y conocidos que influyeron en que se materializara de lo que hoy día es Viña Alicia. Todo fluyó bien como el agua que corre en las acequias mendocinas. Tuvo la suerte de recibir una finca como legado de familia en la zona de Las Compuertas. Allí es que cultiva la Malbec que no es una Malbec cualquiera pues en 15 hectáreas hay viñas de más de 90 años. También cultivan Merlot en esa localidad.
Junto a Alberto adquirió un segundo viñedo, en Lunlunta, también dentro de Luján de Cuyo. Es en esta zona, en la Finca San Alberto, donde cultivan otras variedades como Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Nebbiolo, Syrah y Petit Verdot. En ambas fincas se respira respeto por la tierra y el entorno. Todas las prácticas, asegura Alicia, son orgánicas. En esta propiedad está localizada la bodega, y trabaja con ella el menor de sus tres hijos, Rodrigo. "Los dos mayores, Alberto y Gustavo, trabajan con su padre", comenta esta madre, abuela y señora del vino argentino. Para que conste apuntó que tiene seis preciosos nietos con un brillo inigualable en los ojos. Es casa tiene sus amores y en la bodega, su creación.
"Tengo dos cosas únicas en cuanto a vino se refiere. Una es el brote negro y la segunda, el Cuarzo", comenta para de paso aclarar lo que es el brote negro, "cepas (de Malbec) que crecían distintas, y lo del brote, es que echaban un renuevo muy oscuro. Con estas Malbec se hizo buena vinificación. El Cuarzo, es un blend que lleva 96% de Petit Verdot, 2% de Carignan y 2% de Grenache. Así, con todos los nombres en francés, para no perder el origen de éstas.
La línea de vinos Viña Alicia, además del Malbec tiene un Cabernet Sauvignon, un Nebbiolo y un Syrah sendos al 100%.
Algo que le distingue es que toman la precaución de escoger buenos clones para desarrollar sus vinos. Con esto hay investigación en campo y luego en copa.
Sobre el futuro comenta que quiere mantenerse en lo que hace, con la calidad de lo que hace. Piensa que puede mantenerse en una producción entre las 25 y 30 mil botellas de vino. Sabe que es mucho trabajo, vigilancia y ciencia lo que se requiere para lograrlo. Pero puede, tiene a sus hombres para apoyarla.
Esa seguridad en la vida le permite hablar con soltura sobre lo que más le gusta, el vino, la familia, el mejoramiento de la calidad de vida. De hecho, comentamos en la entrevista para nuestros lectores que en Argentina el mundo del vino está dirigido mayoritariamente por hombres. Percibí en una visita a ese país la dificultad en la que se encuentran muchas mujeres, dentro y fuera de la industria. Alicia, definitivamente, no es así, trabaja y lucha por lo que ama. Reconoce que el papel de la mujer es difícil y que hay un mundo que recorrer para alcanzar mayor respeto. "En Argentina no hay muchísimas mujeres en el mundo del vino, hay enólogas y hay una enóloga dueña de bodega", agregó. Estando en la posición que ocupa como empresaria del vino, saca tiempo para hacer otras cosas. "Siempre estudio algo, y aún cuando sé ingles me mantengo tomando cursos para perfeccionarlo. Saco mi tiempo para hacer gimnasia y una vez por semana juego cartas con mis amigas. Tenemos en esas sesiones terapias de grupo", agrega.
Tiene un proyecto filantrópico especial. "Hay que ayudar al semejante y en el campo nuestro se puede ayudar mucho. Por eso trabajamos en el área de la salud infantil y la nutrición con el proyecto CONIN, que es un programa del doctor Albino", dice con entusiasmo.
Esta es su primera visita a Puerto Rico y asegura que no será la última. Allí en La Enoteca de Ballester, la mujer transformó el salón de catas, en un recorrido por Mendoza, con sus canales de riego, los Andes majestuosos de fondo, y las viñas. La música autóctona no permitió palabras para interrumpir lo que los ojos percibían...