Post by OjOsLiDos on Jun 14, 2005 20:23:38 GMT -5
SU MANO izquierda estaba hinchada por el fragor de la competencia. Su rostro se veía marcado por algunos golpes que recibió de su oponente y su eterno semblante serio se acentuaba aún más tras el agotamiento causado por una pelea fuerte y de estar todo un día en la Parada Puertorriqueña azotado por el candente sol de un verano en Nueva York.
Miguel Cotto llegó cansado, muy cansado. El campeón boricua arribó ayer a la Isla luego de defender exitosamente por tercera ocasión su cetro welter de la Organización Mundial de Boxeo ante un duro oponente, el uzbeco Mohammed Abdullaev.
En el aeropuerto lo esperaba una comitiva representativa de la Comisión de Boxeo, comandada por su presidente José "Toto" Peñagarícano, y de su municipio, Caguas, quienes les organizaron una bienvenida en la plaza de recreo en horas de la tarde.
También su esposa y sus tres hijos, que le regalaron la más calurosa e íntima de las bienvenidas después de una semana sin verse. Pero antes, tendría que contestar preguntas a la prensa del país, sus primeras declaraciones al llegar a su tierra.
"No hay mucho más que decir. Hicimos lo que teníamos que hacer el sábado y todos vieron el resultado".
Con eso arrancó, buscando una forma de sacarse del sistema lo que se avecinaba, una lluvia de preguntas, muchas de las cuales ha tenido que contestar más de una vez desde que se bajó del cuadrilátero.
En más de una ocasión repitió que no es él quien decide cuál será su próximo oponente. Que no le molestaría pelear con Oscar de la Hoya y que el peso nunca ha sido un factor en sus peleas, como lo demostró al rajar la báscula el viernes en 138 y tres cuartos de libra. También habló de lo fuerte de su oponente y de que entró sin ninguna estrategia al cuadrilátero, además de negar que haya sufrido algún tipo de lesión en la pelea, a pesar de que en más de una ocasión se le vio estirar de forma rara su mano derecha luego de conectar al oponente.
"Lesión no hubo ninguna. Sí tengo un poco de hinchazón en la mano izquierda, pero son cosas que ocurren en el boxeo".
Sí le dedicó un segundo a hablar del respaldo que encontró de la comunidad boricua que vive en la gran urbe neoyorquina. "Sobre 5,000 personas en el entrenamiento público, sobre 10,000 en la pelea y en la parada, la cantidad de personas que aplaudía... Entiendo que poco a poco va a ir creciendo (el respaldo) en la ciudad de Nueva York".
Pero, ¿y qué de las 147 libras y Oscar de la Hoya? Por un lado, su manejador Evangelista Cotto piensa que de concretarse el rumorado combate, en nada garantiza que su púgil renunciará a las 140 libras. "Miguel es el campeón de las 140 y ahí es donde debe permanecer", apuntó Evangelista. Sin embargo, el campeón boricua parece tener otro pensar. "Si subo a las 147 libras, no creo que sea necesario mirar atrás", sostuvo.
Cotto no podía irse sin un vaticinio, ese gancho publicitario que le asegura el respaldo de los boricuas para el próximo combate. "Otra (victoria) más para Puerto Rico. Otra más para Miguel Cotto y por ahí vendrán muchas más", dijo.
Miguel Cotto llegó cansado, muy cansado. El campeón boricua arribó ayer a la Isla luego de defender exitosamente por tercera ocasión su cetro welter de la Organización Mundial de Boxeo ante un duro oponente, el uzbeco Mohammed Abdullaev.
En el aeropuerto lo esperaba una comitiva representativa de la Comisión de Boxeo, comandada por su presidente José "Toto" Peñagarícano, y de su municipio, Caguas, quienes les organizaron una bienvenida en la plaza de recreo en horas de la tarde.
También su esposa y sus tres hijos, que le regalaron la más calurosa e íntima de las bienvenidas después de una semana sin verse. Pero antes, tendría que contestar preguntas a la prensa del país, sus primeras declaraciones al llegar a su tierra.
"No hay mucho más que decir. Hicimos lo que teníamos que hacer el sábado y todos vieron el resultado".
Con eso arrancó, buscando una forma de sacarse del sistema lo que se avecinaba, una lluvia de preguntas, muchas de las cuales ha tenido que contestar más de una vez desde que se bajó del cuadrilátero.
En más de una ocasión repitió que no es él quien decide cuál será su próximo oponente. Que no le molestaría pelear con Oscar de la Hoya y que el peso nunca ha sido un factor en sus peleas, como lo demostró al rajar la báscula el viernes en 138 y tres cuartos de libra. También habló de lo fuerte de su oponente y de que entró sin ninguna estrategia al cuadrilátero, además de negar que haya sufrido algún tipo de lesión en la pelea, a pesar de que en más de una ocasión se le vio estirar de forma rara su mano derecha luego de conectar al oponente.
"Lesión no hubo ninguna. Sí tengo un poco de hinchazón en la mano izquierda, pero son cosas que ocurren en el boxeo".
Sí le dedicó un segundo a hablar del respaldo que encontró de la comunidad boricua que vive en la gran urbe neoyorquina. "Sobre 5,000 personas en el entrenamiento público, sobre 10,000 en la pelea y en la parada, la cantidad de personas que aplaudía... Entiendo que poco a poco va a ir creciendo (el respaldo) en la ciudad de Nueva York".
Pero, ¿y qué de las 147 libras y Oscar de la Hoya? Por un lado, su manejador Evangelista Cotto piensa que de concretarse el rumorado combate, en nada garantiza que su púgil renunciará a las 140 libras. "Miguel es el campeón de las 140 y ahí es donde debe permanecer", apuntó Evangelista. Sin embargo, el campeón boricua parece tener otro pensar. "Si subo a las 147 libras, no creo que sea necesario mirar atrás", sostuvo.
Cotto no podía irse sin un vaticinio, ese gancho publicitario que le asegura el respaldo de los boricuas para el próximo combate. "Otra (victoria) más para Puerto Rico. Otra más para Miguel Cotto y por ahí vendrán muchas más", dijo.