Post by Boricuas Online on Jul 2, 2005 23:34:53 GMT -5
Queer As Folk… ¿Sobreviviré?
Para la comunidad gay en el mundo entero, "I Will Survive" –el tema popularizado en la era de la música disco por Gloria Gaynor —es un himno. Y es ese mismo himno el que cantaré hasta el próximo 31 de julio, cuando la serie Queer As Folk termine para siempre.
No hay duda de que, con todas sus controversias, esta serie ha calado profundamente en sus seguidores. Algunos la han acogido como uno de los retratos más sinceros y fieles sobre los problemas de nuestra comunidad difundidos a través de la televisión en mucho tiempo. Otros, sin embargo, dan cuenta de sus errores de juicio al presentar en sus tramas ciertos comportamientos que denotan el marcado estereotipo de la vida gay (promiscuidad, uso de drogas, infidelidad y temor al compromiso). Lo cierto es que la televisión, como un medio tan poderoso, se anotó un éxito a través de esta serie producida por el canal Showtime. Y cuando hay programas impactantes y de calidad sobre nuestras vidas y cultura, es lógico que su final nos cause nostalgia y tristeza.
Es cierto que la serie no fue perfecta. Nunca tuvo entre sus personajes a un hispano o un negro. Sus excesos, particularmente en las escenas de sexo explícito, molestaban a algunos y provocaban idolatría en otros. Lo cierto es que esta exitosa serie, con sus actitudes polarizantes, llenó un gran vacío en la cultura popular.
Por primera vez en la historia de la televisión, se presentaban las vidas comunes y detalladas de un grupo de amigos que, entre sus muchas complicaciones vitales, se unían por pertenecer a la comunidad gay y lésbica. De esa manera, con sus aciertos o virtudes, el mundo straight tuvo la oportunidad de acercarse a nuestras vidas y nuestra cultura.
En Queer As Folk el tema del sexo siempre se trató de forma cruda y directa. Sin embargo, igual de crudo fue su manera de abordar temas tan impactantes como los "gay bashings" (ataques por homofobia), la familia homoparental, la adicción a las drogas y, por supuesto, el matrimonio entre personas del mismo sexo. El desafío de sus personajes hacia los estándares de la vida "aceptada" fue uno de sus mayores retos, como ocurrió en el baile de graduación de "Justin" (Randy Harrison). El baile que sostuvo con "Brian" (Gale Harold) delante de los presentes le valió un ataque violento al final de la noche. El impacto de esta escena, tal vez, recuerda muchos episodios que hemos vivido silenciosamente, en nuestras personas o en las de seres cercanos a nosotros.
Como eje de reunión para los chicos de la historia, "Babylon" representó el modelo de la discoteca gay, en su máxima expresión. Llena de chicos bellos, en este lugar el sexo se respiraba tanto como el humo. La droga y la bebida tenían vida propia. Esta representación, para muchos, creó la impresión que la vida gay es toda fiesta y bullicio, promiscuidad y desenfreno. Sin embargo, no hay que perder de vista que, aunque los extremos presentados podían ser chocantes, eran necesarios para resaltar los problemas que les ocurrían a sus protagonistas. Problemas que, precisamente, les causaba la vida de desenfreno y que les permitió crecer en el desarrollo de la trama. Además, la exposición de estos temas a través de la televisión, aunque violenta, se hizo necesaria para comprender situaciones que nos atañen a todos como personas y, por supuesto, como comunidad. En eso, el medio ha cumplido su función, y de qué forma.
Ésas son algunas razones por las que recordaré esta experiencia en el tren de la vida, como una de las más importantes en nuestra lucha por la igualdad. Los hombres gay y las mujeres lesbianas de este siglo ya no necesitamos escondernos. Nuestras vidas se plasman en la televisión a través de series como QAF o The L Word para que billones de personas se expongan a nuestras vidas, a nuestras inquietudes y a nuestra mentalidad. Y confieso que, si Sex and The City me dejó llorando de emoción, no imagino cómo reaccionaré cuando nuestros amigos de Pittsburg dejen la pantalla para no regresar. Es posible que, al igual que ellos, haya crecido un poquito y que, como dice la canción de la Gaynor, "I will survive".
Para la comunidad gay en el mundo entero, "I Will Survive" –el tema popularizado en la era de la música disco por Gloria Gaynor —es un himno. Y es ese mismo himno el que cantaré hasta el próximo 31 de julio, cuando la serie Queer As Folk termine para siempre.
No hay duda de que, con todas sus controversias, esta serie ha calado profundamente en sus seguidores. Algunos la han acogido como uno de los retratos más sinceros y fieles sobre los problemas de nuestra comunidad difundidos a través de la televisión en mucho tiempo. Otros, sin embargo, dan cuenta de sus errores de juicio al presentar en sus tramas ciertos comportamientos que denotan el marcado estereotipo de la vida gay (promiscuidad, uso de drogas, infidelidad y temor al compromiso). Lo cierto es que la televisión, como un medio tan poderoso, se anotó un éxito a través de esta serie producida por el canal Showtime. Y cuando hay programas impactantes y de calidad sobre nuestras vidas y cultura, es lógico que su final nos cause nostalgia y tristeza.
Es cierto que la serie no fue perfecta. Nunca tuvo entre sus personajes a un hispano o un negro. Sus excesos, particularmente en las escenas de sexo explícito, molestaban a algunos y provocaban idolatría en otros. Lo cierto es que esta exitosa serie, con sus actitudes polarizantes, llenó un gran vacío en la cultura popular.
Por primera vez en la historia de la televisión, se presentaban las vidas comunes y detalladas de un grupo de amigos que, entre sus muchas complicaciones vitales, se unían por pertenecer a la comunidad gay y lésbica. De esa manera, con sus aciertos o virtudes, el mundo straight tuvo la oportunidad de acercarse a nuestras vidas y nuestra cultura.
En Queer As Folk el tema del sexo siempre se trató de forma cruda y directa. Sin embargo, igual de crudo fue su manera de abordar temas tan impactantes como los "gay bashings" (ataques por homofobia), la familia homoparental, la adicción a las drogas y, por supuesto, el matrimonio entre personas del mismo sexo. El desafío de sus personajes hacia los estándares de la vida "aceptada" fue uno de sus mayores retos, como ocurrió en el baile de graduación de "Justin" (Randy Harrison). El baile que sostuvo con "Brian" (Gale Harold) delante de los presentes le valió un ataque violento al final de la noche. El impacto de esta escena, tal vez, recuerda muchos episodios que hemos vivido silenciosamente, en nuestras personas o en las de seres cercanos a nosotros.
Como eje de reunión para los chicos de la historia, "Babylon" representó el modelo de la discoteca gay, en su máxima expresión. Llena de chicos bellos, en este lugar el sexo se respiraba tanto como el humo. La droga y la bebida tenían vida propia. Esta representación, para muchos, creó la impresión que la vida gay es toda fiesta y bullicio, promiscuidad y desenfreno. Sin embargo, no hay que perder de vista que, aunque los extremos presentados podían ser chocantes, eran necesarios para resaltar los problemas que les ocurrían a sus protagonistas. Problemas que, precisamente, les causaba la vida de desenfreno y que les permitió crecer en el desarrollo de la trama. Además, la exposición de estos temas a través de la televisión, aunque violenta, se hizo necesaria para comprender situaciones que nos atañen a todos como personas y, por supuesto, como comunidad. En eso, el medio ha cumplido su función, y de qué forma.
Ésas son algunas razones por las que recordaré esta experiencia en el tren de la vida, como una de las más importantes en nuestra lucha por la igualdad. Los hombres gay y las mujeres lesbianas de este siglo ya no necesitamos escondernos. Nuestras vidas se plasman en la televisión a través de series como QAF o The L Word para que billones de personas se expongan a nuestras vidas, a nuestras inquietudes y a nuestra mentalidad. Y confieso que, si Sex and The City me dejó llorando de emoción, no imagino cómo reaccionaré cuando nuestros amigos de Pittsburg dejen la pantalla para no regresar. Es posible que, al igual que ellos, haya crecido un poquito y que, como dice la canción de la Gaynor, "I will survive".